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105 años del Hipódromo de San Sebastián


Todos los 2 de julio son especiales para aquellos aficionados al turf que en especial tienen un cariño particular a un hipódromo como el de San Sebastián. Y es que no solo los seres vivos cumplimos años, también hay lugares que van sumando años en su particular cuenta. Es el caso del Hipódromo de San Sebastián o el Hipódromo de Lasarte, como algunos lo conocen, que es cumpleañero cada 2 de julio desde 1916.

Al final, han pasado 105 años desde que el recinto hípico vasco se inaugurase con el glamour aristocrático de la época e igualmente con el calor del pueblo guipuzcoano que ha aupado a este mágico lugar todo este tiempo. Un proyecto que surgió de un periodo de guerras en Europa bajo el apoyo del rey Alfonso XIII. Como no, en aquella fecha inicial hubo un invitado en el hipódromo que pocas veces falla, la lluvia. Bajo un día inestable y con amenazas de truenos se disputó la prueba principal del día, el Gran Premio de San Sebastián, todavía presente en nuestros calendarios, siendo una prueba centenaria e histórica del turf español. El ganador esa primera edición fue TEDDY propiedad de J.D. Cohn y montado por R. Stokes. El premio estuvo dotado con 100.000 francos sobre los 2.400 metros que tuvieron que recorrer los 26 participantes allí presentes. 

Desde entonces mil y una historias han acontecido en este hipódromo, unas mejores y otras peores, pero siempre se ha mantenido fuerte, aunque haya habido inundaciones, guerras o cierres de otros hipódromos relevantes del país. Hándicaps nunca mejor dicho que se han superado a base de trabajo y esfuerzo. En este sentido, cada aficionado a este singular lugar tendrá seguro un recuerdo grabado en su mente que haya podido vivir y disfrutar todo este tiempo. Como también tendrá incluso su porqué de cómo se llegó a “enamorar” de este sitio, como a un servidor le ocurrió ya hace muchos años. Puede que sea por su carrera entrañable y tradicional Copa de Oro, con ese 15 de agosto marcado año tras año en rojo en el calendario o esa Semana Grande que vive su momento álgido veraniego rodeado de grandes caballos. 

Estaría mal solo quedarse con un triunfo o un caballo, cada uno deberá guardarse o compartirlo, en privado o en público, si quisiera ese momento, pero estaría bien hacerse la pregunta de, ¿Qué es lo primero que te viene al escuchar el Hipódromo de San Sebastián? Esa pregunta sí, ya una vez realizada al aire me gustaría responderla de forma clara. ‘El Hipódromo de San Sebastián es mi otro hogar’. En esta tesitura se suele decir la frase de que ‘como en casa en ningún sitio’, pues esa es la sensación que tengo yo cada vez que entro por la puerta de este hipódromo. Tal vez a más de un aficionado al turf como yo le pase algo similar y ojalá le ocurriese lo mismo a más gente de nuestro entorno.

Asimismo, en mi humilde opinión seguramente no se haya reconocido lo suficiente el peso y el papel que ha cumplido el Hipódromo de San Sebastián en la historia de las carreras de caballos en España, tanto en el pasado como en el presente, incluso esperemos que en el futuro. Simplemente es una percepción, aunque pese a todo lo que sí pueden tener claro todo el mundo es que el hipódromo vasco siempre estará abierto a aquellas personas que aman el turf y que es un lugar hospitalario con aquellos que lo necesiten. Solo hay que ver su historia para comprobarlo. 

En suma, siempre se ha hablado de su peculiar recorrido, así como de su archifamosa curva de Bugati, como no, siempre de por medio, o de su polémico estado de la pista de hierba. El futuro nunca se sabe que nos deparará, pero solo espero que sean alegrías y cosas positivas por otros 105 años más. Sea como fuere, este sitio sigue y seguirá en pie con su siempre toque añejo e histórico manteniéndose intacto a los golpes que pueda recibir. A todo esto, solo queda felicitar con un gran “Zorionak” a todas esas personas que han podido ser participes en que el Hipódromo de San Sebastián haya podido llegar a la cifra de 105 años estableciendo de manera firme un espacio único e incomparable en la capital guipuzcoana.


Foto portada: Dabid Argindar

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